Monstruo

Llegué a mi nuevo instituto con un poco de retraso. Excitado por ser mi primer día de clase, me perdí de camino al aula. Estaba tan nervioso, había pasado tanto tiempo sin ir a clase, tanto tiempo encerrado en aquel lugar. Decían de mí que era peligroso, que haría daño a la gente, que aquel compañero de clase me había vuelto loco. Yo siempre me había considerado un chico inofensivo.

Cuando entre al aula, todos estaban en sus asientos. El profesor me dijo algo sobre la puntualidad, me presentó delante de los compañeros, y me señalo mi sitio. Yo solo podía pensar en que el estaba allí. No podía ser cierto. Volvíamos a estar en la misma clase. Lentamente fui recordando, recordando aquella tarde en los vestuarios del gimnasio, recordando como manaba sangre de las cicatrices que aún conservo. Pero sobre todo, recuerdo la cara de mi madre cuando se enteró de todo.

Sumido en mis pensamientos, no me percaté de como pasaba el tiempo. Cuando por fín sono el timbre, decidí seguir a mi viejo conocido hasta el baño de hombres. Allí estariamos solos.

-Hace mucho que no nos veíamos. - Me dijo. Comenzo a acercarse a mí. - He esperado mucho este momento.

Entonces me empujó y caí al suelo. Antes de que pudiera reaccionar se lanzó contra mí violentamente, y nuetros cuerpos rodaron por el suelo. El terminó encima y entonces, me besó. Había olvidado el tacto de sus labios, había olvidado el calor de sus manos. Entonces comprendí que todo estaba bien, porque nos amabamos, y no importaba nada más, no importaban los psicólogos, no importaban las homófobas gentes de nuestro país, y sobretodo, no importaba mi madre diciendo: "Monstruo"